La ventana de mis ojos

Espacio de una memoria desajustada.


03 diciembre, 2012

Con ruedas en las orejas





Ser payaso no es disfrazarse para hacerse el gracioso. El 
payaso no está en la nariz, ni en los zapatotes; ser payaso 
está en el corazón. La nariz roja no es más que un trocito 
de corazón caluroso y palpitante en la cara. El payaso es 
un estado del alma, por lo cual, mediante el vestuario no 
se disfraza; sino mas bien que se libera. La palabra 
disfraz, obedece a la noción de mentira, pero la palabra 
liberación obedece a la verdad. Uno no se disfraza de 
payaso; uno festeja con su ser más puro, y se viste para la 
ocasión.

Ser payaso implica tener una misión en la vida: ser el más 
tonto entre los tontos; la más indefensa de las criaturas. 
Rebajarse a un nivel más bajo que el del más pobre y más 
desdichado, para hacerle sentir señor, y afortunado. Ser 
payaso es tener alegría para dar a manos llenas.

Ser payaso es exponer el alma al viento frío. Es 
desnudarse de manera total ante el otro para que vea 
todas las debilidades que tenemos dentro; es poder 
disfrutar del fracaso, de la tristeza, e incluso de la 
muerte. Es poderse reír de la propia desgracia, porque 
hasta la pena más honda y gris, con un poco de risa se 
hace más llevadera.

Ser payaso es amar al Hombre y entregarle todo de uno. 
Ser payaso es ser mensajero de esperanza y alegría. Es ser 
emisario del país de los sueños, en el cual cualquier cosa 
puede ser.

Por eso, acepto mi misión con alegría. Porque no hay 
orgullo más bello que el que ofrece la sonrisa de la gente: 
¡YO SOY PAYASO!

José Leonardo Hidalgo


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