La ventana de mis ojos

Espacio de una memoria desajustada.


26 mayo, 2014

Son sus ojos luz de mi idea ...




" Heme aquí frente a frente
de la espesa tiniebla desde donde
oírme debe la deidad rugiente
que en su seno se esconde:
Dime, Genio terrible del torrente,
¿a dónde vas al trasponer, la valla
del hondo precipicio,
tras la ruda batalla
de la atracción, la roca y la corriente. . ?
¿A dónde va el mortal cuando la frente
triunfadora del vicio,
yergue, al bajar a la mundana escoria
en pos de amor, y venturanza y gloria?
¿A dónde van, a dónde,
su fervoroso anhelo,
tu trueno que retumba...?
Y el eco me responde,
ronco y pausado: ¡tumba!

Espíritu del hielo,
que así respondes a mi ruego, dime:
si es la tumba sombría
el fin de tu hermosura y tu grandeza;
el término fatal de la esperanza,
de la fe y la alegría;
del corazón que gime
presa del desaliento y los dolores;
del alma que se lanza en
pos de la belleza,
buscando el ideal y los amores;
después que todo pase,
cuando la muerte, al fin, todo lo arrase,
sobre el oceano que la vida esconde,
dime qué queda;
dí ¿qué sobrenada..?
Y el eco me responde,
triste y doliente: ¡nada!

Entonces, ¿por qué ruges,
magnífico y bravío,
por qué en tus rocas, impetuoso, crujes
y al universo asombras
con tu inmortal belleza,
si todo ha de perderse en el vacío. . ?
¿Por qué lucha el mortal, y ama, y espera,
y ríe, y goza, y llora y desespera,
si todo, al fin, bajo la losa fría
por siempre ha de acabar..? Dime, ¿algún día,
sabrá el hombre infelice do se esconde
e1 secreto del ser..? ¿Lo sabrá nunca..?
Y el eco me responde,
vago y perdido: ¡nunca!

¡Adiós, Genio sombrío,
más que tu gruta y tu torrente helado;
no más exijo de tu labio impío,
que al alejarme, triste, de tu lado,
llevo en el cuerpo y en el alma frío.
A buscar la verdad vino hasta el fondo
de tu profunda cueva:
mas, ay, en vez de la razón ansiada,
un abismo más hondo
mi alma desesperada
en su seno, al salir, consigo lleva...!
¡Ya sé, ya sé el secreto del abismo
que descubrir quería..!
¡Es el mismo, es el mismo
que lleva el pensador dentro del pecho:
la rebelión, la duda, la agonía
del corazón en lágrimas deshecho! "

Juan Antonio Pérez Bonalde  (Poema del Niágara)





21 mayo, 2014

¿Qué estás haciendo aquí tan tarde?





     Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que 
también pueden servir para la salvación. He aquí la 
prueba:

      Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó 
sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la 
nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era 
ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo 
mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las 
sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo 
traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría 
hecho saltar prisiones mas fuertes que mástiles y 
cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna 
vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por 
completo en aquel puñado de cera y en el manojo de 
cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas,
navegó en pos de las sirenas con inocente alegría. 

      Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho 
más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en 
realidad, pero es probable que alguien se hubiera 
salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su 
silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse 
a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias 
fuerzas. 

      En efecto, las terribles seductoras no cantaron 
cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel 
enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el 
espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien 
sólo pensaba en ceras y cadenas les hizo olvidar toda 
canción.

      Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el 
silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que 
sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vio primero las 
curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos 
llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que 
todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de 
él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las 
sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y 
precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no 
supo mas acerca de ellas.

      Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se 
contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al 
viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no 
pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un 
momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

     Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían 
desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y 
Ulises escapó.

      La tradición añade un comentario a la historia. Se 
dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso 
los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su 
fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la 
mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las 
sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y 
para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

Franz Kafka   (El silencio de las sirenas)
















15 mayo, 2014

El reino de las posibilidades...



Esa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.
Colócala a la altura de tus ojos
y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes,
o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los ángeles.
Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima.
Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,
un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del cielo.
Cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia de una llama
y se retrae como ciertas flores si las roza cualquier sombra extranjera.
No la dejes caer ni la sometas al hambre ni al veneno;
sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido.
Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras.
No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre,
no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio,
sepúltala en tu pecho hasta el final,
hasta la empuñadura.”


Olga Orozco   (Del libro En el revés del cielo)





12 mayo, 2014

El acantilado de mis dudas ...




Pedacito de papel al viento
es la mariposa bailadora.
Danza que te gira embrujadora,
enjugando negros pensamientos.

Ido a sus colores, tomo asiento
fuera del espacio y de la hora.
Desde allí la vida se demora,
obra y gracia de su encantamiento.

Hacia el ocaso, ya hace mucho
que yace en mi camisa oscura
su luz multicolor abierta.

Si hubo un dolor, ya no lo escucho.
Y en la fragante noche pura
vuela la mariposa muerta.


Silvio Rodríguez  (Pedacito de papel al viento)





08 mayo, 2014

Evolución de un fruto no neutral, teñido por el compromiso ético con la vida.




¿Qué hiciste por aquel entonces
que no hubieras debido hacer?
“Nada“
¿Y qué no hiciste
que hubieras debido hacer?
“Esto y aquello
tal cosa y tal otra:
algunas cosas”.
¿Por qué no lo hiciste?
“Porque tenía miedo”
¿Por qué tenías miedo?
“Porque no quería morir”
¿Murieron otros,
porque tú no querías morir?
“Creo que sí”
¿Tienes algo más que decir
sobre lo que no hiciste?
“Sí: preguntarte
qué hubieras hecho tú en mi lugar”
No lo sé
y no puedo juzgarte.
Sólo sé una cosa:
mañana ninguno de nosotros
seguirá con vida
si hoy volvemos
a no hacer nada.


Erich Fried   (Conversación con un superviviente)