La ventana de mis ojos

Espacio de una memoria desajustada.


30 enero, 2014

El vuelo de un pájaro en una tarde de invierno





Claro que no somos una pompa fúnebre,
a pesar de todas las lágrimas tragadas
estamos con la alegría de construir lo nuevo
y gozamos del día, de la noche
y hasta del cansancio
y recogemos risa en el viento alto.

Usamos el derecho a la alegría,
a encontrar el amor
en la tierra lejana
y sentirnos dichosos
por haber hallado compañero
y compartir el pan, el dolor y la cama.

Aunque nacimos para ser felices
nos vemos rodeado de tristeza y vainas,
de muertes y escondites forzados.

Huyendo como prófugos
vemos como nos nacen arrugas en la frente
y nos volvemos serios,
pero siempre por siempre
nos persigue la risa
amarrada también a los talones
y sabemos tirarnos una buena carcajada
y ser felices en la noche más honda y más cerrada

porque estamos construidos de una gran esperanza,
de un gran optimismo que nos lleva alcanzados
y andamos la victoria colgándonos del cuello,
sonando su cencerro cada vez más sonoro
y sabemos que nada puede pasar que nos detenga
porque somos semillas
y habitación de una sonrisa íntima
que explotará
ya pronto
en las caras
de todos.

(Claro que no somos una pompa fúnebre)



claro que no somos una pompa fúnebre,
usamos el derecho a la alegría... 
Mario Benedetti





25 enero, 2014

Decálogo para bailar y cantar sin miedo... en circunstancias excepcionales.



"... Todo el que combate una cualidad positiva es un 
impotente.

Querer lo inverosímil es ennoblecerse, querer lo vulgar 
es un envilecimiento premeditado. Amar lo vulgar es 
sumergirse en la oscuridad de la nada, amar lo 
inverosímil es avanzar de cara hacia el sol. El joven que 
se inclina hacia lo vulgar nace viejo. El viejo que se 
inclina hacia lo inverosímil es joven. Lo inverosímil es el 
sueño, lo vulgar es el ronquido. La humanidad ronca. 
Pero el artista está en la obligación de hacerla soñar, o 
no es artista. ..."






21 enero, 2014

Seguir poetizando, de este laberinto.



Las maravillas y miserias del amor.
Sus oscuros fulgores, sus catástrofes.
Caminar por el filo de la pérdida.
Dar lo que no se tiene.
Recibir lo que no se da.
El amor a la poesía,
a la madre, a la mujer,
a los hijos, a los compañeros
que cayeron por una esperanza,
a la belleza todavía de este mundo.
Como cualquier hombre,
amé y amo todo eso.
Algo de todo eso tal vez
tiemble en los poemas que siguen,
escritos a lo largo de 50 años.
La muerte me enseñó
que no se muere de amor.
Se vive de amor.


Juan Gelman  (Las maravillas y miserias del amor)




15 enero, 2014

... mañana espero despertar, cantando a la luna.



Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas. Mi otoño era un amor por tu verano.
El viento del recuerdo resonaba en las puertas de lugares que nunca visitáramos.

Permití la mentira de tu sueño egoísta allá donde tus pasos borra el sueño. Crees estar donde estás.
Qué triste nos resulta estar donde no estamos, así siempre.

Tu vivías hundido dentro de otro tú mismo, abstraído a tal punto de tu cuerpo que eras como de piedra.
Duro para el que ama es tener un retrato solamente.

Inmóvil, desvelado, yo visitaba estancias a las que nunca ya retornaremos.
Corría como un loco sin remover los miembros: el mentón apoyado sobre el puño.

Y, cuando regresaba de esa carrera inerte, te encontraba aburrido, con los ojos cerrados,
con tu aliento y con tu enorme mano abiertos, y tu boca rebosante de noche...

Jean Cocteau (Un amigo duerme)






14 enero, 2014

¿Y bien?... Mi mundo no es de esta selva de figurines encorbatados.





Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.
Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.

Yo no te digo pues que soy un hombre puro,
yo no te digo eso, sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres, naturalmente,
pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas,
y garbanzos y chorizos, y
huevos, pollos, carneros, pavos,
pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo,
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario.
La pureza de los novios que se masturban
en vez de acostarse juntos en una posada.
La pureza de los colegios de internado, donde
abre sus flores de semen provisional
la fauna pederasta.
La pureza de los clérigos.
La pureza de los académicos.
La pureza de los gramáticos.
La pureza de los que aseguran
que hay que ser puros, puros, puros.
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del que nunca succionó un clítoris.
La pureza de la que nunca parió.
La pureza del que no engendró nunca.
La pureza del que se da golpes en el pecho, y
dice santo, santo, santo,
cuando es un diablo, diablo, diablo.
En fin, la pureza
de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza.

Punto, fecha y firma.
Así lo dejo escrito. 


Nicolás Guillén  (Digo que yo no soy un hombre puro)





11 enero, 2014

Jaque imposible a ...



Qué bonito el ajedrez...
Qué espejo el ajedrez,
qué imagen de lo que es
el juego por el dominio
que todavía nos define.
¡Hay que ver!
Dudo qué fue primero
si este reino enloquecido
o el juego del ajedrez...
El caso es que
siempre hay dos bandos (por lo menos)
disputándose el poder.
O sea: la Pancracia...
vosotros ya me entendéis...
Y, si no, a ver:
el rey
(o el presidente del gobierno
o el jefe del soviet
o el generalísimo de los ejércitos...
o el Gran Timonel)...
La reina,
que déjala correr:
cómo se mueve por el tablero
o reino o territorio
o convento
o cuartel...
Las torres, ah, las torres...
¿Os acordáis de aquel pueblo,
el de las Altas Torres?
Altas son todas las torres
o cúpulas o campanarios...
Las Alturas, ya sabéis...
Bueno: y los caballos...
Pues menudo papel
el de los caballos en la lucha
por el poder... O el de los barcos
o el de los tanques
o vete tú a saber...
(«los medios»).
Y los estilizados alfiles
infiltrándose por doquier...
Y los peones... Ah, los peones...
La tropa, ya sabéis,
los primeros sacrificados,
abriendo frente, cayendo
para que el rey
mantenga su poder...
O el presidente de la República...
¡La Pancracia
es un carrusel!
Aún no sé
cómo el inventor de este juego
no contó con la variante
del presidente de la República...
¡Un ajedrez republicano!
¿O es que los republicanos
no luchan por el poder?
Y, hala:
jaque va, jaque viene
¡lo que hay que ver!
Y van cayendo prisioneros,
van recogiéndose los muertos,
piezas fuera del tablero,
fuera de juego...
Hasta lograr que, por fin,
llegue la clave: ¡el jaque mate!
y la conquista del poder.
¡El jaque mate!
(¡Qué invento!
Con sus preciosas variantes.)
Y, hala:
hasta la próxima partida,
hasta la próxima vez...
Y a gozar la victoria,
los himnos, las banderas,
los desfiles, ya sabéis...
y a honrar a aquellos
que cayeron para lograr
barrer del tablero,
de la vida, del mundo,
al otro, al enemigo,
al que le disputaba,
hay que ver,
el dominio...
(¡Y encima le hacen un monumento
al peón desconocido!)
¿Y os habéis
fijado en esa forma
de zulo, de prisión, de trampa
de las casillas del tablero?
Pero ahora que pienso:
a esto
cómo le llamo ajedrez poético...
¿Qué tiene de poético
la lucha por el dominio,
el juego por el dominio,
el ajedrez?
¡El Concierto de Ajedrez!...
(Si me leyera Joaquín Rodrigo,
tan poético él...)
Comprendo, lo comprendo:
he de cambiar el título
del poema, del manifiesto
(porque toda LIZANIA
es un manifiesto...).
Ya sé:
lo voy a llamar
el ajedrez político,
del mundo real político
del que es copia y reflejo.
Y, claro, vamos a ver:
así, de partida en partida,
de jaque en jaque,
de un reino a otro reino,
cuándo podremos ser
únicos y compañeros.
Nada de ajedrez,
nada de tableros
ni peones ni torres
ni reinas ni rey
ni alfiles ni caballos...
todos compañeros.
Y acabemos de una vez
con este juego de dominio.
Y es que, además, cuidado:
el blanco y el negro,
las blancas y las negras...
ya sabéis: esos nombres,
que si los malos y los buenos,
que si las derechas y las izquierdas,
que si los fieles y los infieles,
que si el enemigo o los nuestros...
¡Mi madre! ¡Qué tablero!
Ah, y el cielo y el infierno... O sea:
la locura de la Razón
no tiene remedio...
Y el cuerpo
prisionero del «alma»
y el «alma» prisionera
del cuerpo.
Y todos convertidos
en fragmentos
de la red del dominio.
«Lo social», ¡el Tablero!
El ajedrez humano
también es un invento...
Lo inventó la Razón.
Qué ridícula la lucha por el poder
en las otras especies...
¿Para esto?
Y venga dominantes y dominados
y venga la ruleta,
el juego
de la locura. Eso sí:
un juego estético,
retórico y simbólico
y mitológico.
El ajedrez:
qué poemo...

(El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia)





09 enero, 2014

¿Locura? ¡Buena locura!... ¿Con una chica como ésa?




Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo 
se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto 
con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca 
paralela a este plano, para dar paso a una nueva 
perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea 
quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose 
y poniendo la mano izquierda en una de las partes 
verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se 
está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. 
Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos 
elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el 
anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que 
cualquiera otra combinación producirá formas quizá más 
bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una 
planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de 
costado resultan particularmente incómodas. La actitud 
natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando 
sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los 
ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al 
que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir 
una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo 
situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o 
gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el 
escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para 
abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la 
izquierda (también llamada pie, pero que no ha de 
confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura 
del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo 
peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el 
primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son 
siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación 
necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie 
hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no 
levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir 
alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el 
final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero 
golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá 
hasta el momento del descenso.


Julio Cortázar (Instrucciones para subir una escalera)









06 enero, 2014

Trapecista de las agujas de tu reloj.




Estoy aquí de paso,

Yo soy un pasajero,

No quiero llevarme nada,

Ni usar el mundo de cenicero.

Estoy aquí sin nombre,

Y sin saber mi paradero.

Me han dado alojamiento en el más antiguo

De los viveros.

Si quisiera regresar,

Ya no sabría hacia dónde,

Pregunto al jardinero,

Y el jardinero no me responde.

Hay gente que es de un lugar,

No es mi caso.

Yo estoy aquí, de paso.

El mar moverá la luna,

O la luna a las mareas.

Se nace lo que se es

O se será aquello lo que se crea.

Yo estoy aquí perplejo,

No soy más que todo oídos

Me quedo con mucha suerte

Tres mil millones de mis latidos

Si quisiera regresar

Ya no sabría hacia cuándo

El mismo jardinero debe estárselo preguntando.

Hay gente que es de un lugar

No es mi caso.

Yo estoy aquí

Yo estoy aquí, de paso.

Yo estoy aquí, de paso.



Jorge Drexler  (Tres Mil Millones de Latidos)