No está escrito en ningún sitio que
la piel quiera ser envenenada,
ni que prefiera la tinta, a la limpieza
original. No está escrito que
la voluntad tenga derecho a imponerse sobre la
naturaleza. Ni que
las mujeres quieran vivir grabadas en los brazos de unos
hombres,
que tal vez, algún día, no serán suyos. Nadie sabe si es del todo
lícito imponerse una condena, una marca, un estigma. No está
escrito que sea
justo que el dolor se premie, ni que la moda o el
adorno o el capricho tengan
por qué mezclarse con el alma. No
hay razón para atarse a un símbolo cuya
trascendencia puede ser
transitoria y su presencia permanente. Nadie nos
obliga, ni puede
obligarnos, a decir para siempre.
Y sin embargo más de una vez lo
decimos. Y más de una vez nos
manchamos la piel, con la tinta de una idea, de
un presagio, de
una certeza, que después se olvida, de un amor que después se
pierde, o se arruina, de una emoción que creímos duradera, pero
que al final,
por más que nos neguemos a verlo, estaba de paso. Se
van quedando los días, que
ya fueron, en la piel, y al mirar atrás,
son las marcas las que nos recuerdan
aquello que fuimos.
Tal vez en algún momento soñemos
con escapar de esta condena,
porque al querer ser otros, nos condenamos
irremediablemente a
ser lo que ahora somos. Y pesa. ¿Pero acaso no pesan
también los
besos, las palabras que dijimos, el daño que hicimos y el que nos
hicieron, acaso no pesa también la historia invisible que
arrastramos?
No sólo existe lo que puede verse,
existe también lo que se intuye,
lo que se promete, lo que se da, existe lo
robado y lo que no
conseguimos robar.
La vida se amontona en los márgenes
de la piel señalada y la piel
señalada, se va convirtiendo en una nota al pie
de la página de
nuestra historia.
¿Qué dicen los versos de amor
cuando el amor se ha ido, a quién
le hablan, qué explican exactamente? ¿De qué
o de quién hablan
las canciones del pasado? ¿Qué fue de la furia, del rencor,
del
entusiasmo, del champán y su resaca? ¿En qué momento nos
dimos cuenta, de
que nada de lo nuestro, era nuestro para
siempre?
La piel recuerda. Y en la temporada
de las lluvias, no se borran
nunca todos los caminos de vuelta a casa. La piel
recuerda un
tiempo anterior a la tinta, antes de ser señalada, y recuerda, un
tiempo de soledad, antes de ser amada, aunque a menudo no
recuerde con
precisión el motivo de todo lo sucedido.
Las señales que dejamos nos
permiten reconstruir las cosas que
rompimos. Se avanza a tientas por el pasado,
y aunque no todas
las piezas encajan, y algunas ni aparecen, poco a poco, se
reconoce un olor, un momento, una noche, o el color de sus ojos.
Las señales
que dejamos en la piel, nos traen algunas de las cosas
que tuvimos, que fueron
nuestras, cuando el tiempo no existía, y
la memoria no era necesaria.
Porque puede ser que nada se
recuerde, pero también puede ser
que el amor se empeñe en pelear contra el
olvido, como un
boxeador sonado y persistente. Puede ser que los días se
sobrepongan al rigor de los días, que todo se sume y se amontone,
que nada se
pierda del todo. Y puede ser que la piel quiera
recordar después de todo, los
nombres de las mujeres amadas, y
las causas de todas las batallas, ganadas, o
perdidas, y que los
pasos en la nieve no se vayan con la nieve. No es imposible,
que lo
que pareció arrogancia o locura termine por dar fé de lo que
fuimos, y
que nuestras manos se llenen, cuando ya no esperemos
nada, de nuestros pasados
y, tal vez, de otros futuros.
No puede descartarse que en algún
momento, recuperemos el
orgullo y el sabor de lo vivido. No puede descartarse
que volvamos
sobre nuestros pasos, que reencontremos el sentido a lo perdido,
ni debería ser imposible, y seguramente lo sea, que llegado el día,
volvamos a
entender el código cifrado de nuestra piel, el mensaje
en la botella que
lanzamos hace mucho, mucho años.
Puede ser, incluso, que al final
del camino, volvamos a hacer las
paces con el tiempo y empecemos a entender, de
nuevo, como
niños que recuerdan donde escondieron sus tesoros, nuestros
propios
tatuajes.
Ray Loriga (Lo que la piel no dice)
No hay comentarios:
Publicar un comentario