En contraposición a la unión simbiótica, el amor maduro
es
ser-uno bajo la condición de conservar la propia
integridad e independencia y,
por ello, también la propia
individualidad. El amor del hombre es una fuerza
activa
que derriba los muros por los que el hombre está separado
de sus
prójimos, y que los une con los otros. El amor le
permite superar el
sentimiento de aislamiento y
separación, pero le permite también permanecer
fiel a sí
mismo y conservar su integridad, su ser-así. En el amor se
da la paradoja
de que dos seres llegan a ser uno y, sin
embargo, siguen siendo dos... El amor
es una actividad, y
no un afecto pasivo. Se puede describir, de una forma
muy
general, con la afirmación de que el amor es, sobre
todo, un dar y no un
recibir.
Erich Fromm (El arte de amar)
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