BOMBERO - El resfriado: Mi cuñado tenía, por el lado
paterno,
un primo carnal uno de cuyos tíos maternos tenía
un suegro cuyo abuelo paterno
se había casado en
segundas nupcias con un joven indígena cuyo hermano
había
conocido, en uno de sus viajes, a una muchacha de
la que se enamoró y con la
cual tuvo un hijo que se casó
con una farmacéutica intrépida que no era otra
que la
sobrina de un contramaestre desconocido de la marina
británica y cuyo
padre adoptivo tenía una tía que hablaba
de corrido el español y que era,
quizás, una de las nietas
de un ingeniero, muerto joven, nieto a su vez de un
propietario de viñedos de los que obtenían un vino
mediocre, pero que tenía un
primo segundo, casero y
ayudante, cuyo hijo se había casado con una joven muy
guapa, divorciada, cuyo primer marido era hijo de un
patriota sincero que había
sabido educar en el deseo de
hacer fortuna a una de sus hijas, que pudo casarse
con un
cazador que había conocido a Rothschild y cuyo hermano,
después de haber
cambiado muchas veces de oficio, se
casó y tuvo una hija, cuyo bisabuelo,
mezquino, llevaba
unas gafas que le había regalado un primo suyo, cuñado
de un
portugués, hijo natural de un molinero, no
demasiado pobre, cuyo hermano de
leche tomó por esposa
a la hija de un ex médico rural, hermano de leche del
hijo
de un lechero, hijo natural a su vez de otro médico rural
casado tres
veces seguidas, cuya tercera mujer...
SR. MARTIN - Conocí a esa tercera mujer, si no me engaño.
Comía pollo en un avispero.
EL BOMBERO - No era la misma.
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