Aquellos cuyas vidas son
fecundas para ellos
mismos, para sus amigos
o para el mundo
están inspirados por la
esperanza y sostenidos
por la alegría: ellos
perciben con su
imaginación las cosas
posibles y la manera de
ponerlas en práctica. En
sus relaciones
privadas no sienten
ansiedad por temor a
perder el afecto y el
respeto de que gozan:
tratan de dar libremente
su afecto y su
respeto, y la recompensa
les viene por sí
misma sin buscarla. En
su trabajo no les
inquieta la envidia por
sus competidores sino
que se preocupan sin más
de la tarea que hay
que realizar. En
política, no consumen su
tiempo y su pasión
defendiendo privilegios
injustos de su clase o
nación, sino que aspiran
a hacer que el mundo en
su conjunto sea más
feliz, menos cruel, con
menos conflictos entre
ambiciones rivales y con
un mayor número de
seres humanos cuyo
crecimiento no se vea
empequeñecido y
paralizado por la opresión.
Bertrand
Russell (Caminos para la
libertad)
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