“Solo quien avance bajo el fardo, más o menos agobiante,
de sus tinieblas
y su sinceridad, bajo el fardo de su verdad
más honda (la verdad que no se
atreve motu proprio
ni a
decirse a sí
mismo, esa que a zurriagazos podrán los
demás imponerle), sólo quien avance bajo su peso íntegro
y sin disfraz, logrará caminar
por el sendero que le llevará
a sí mismo: el único sendero en que tropieza uno ‐yo
tropecé‐
con la paz y el amor, la gran virtud y la sonrisa.
Y encontrará lo que todos
febrilmente persiguen sin dar
jamás con ello: la cristalina fuente de la serenidad y la
alegría.
Una fuente que brota en el mismísimo punto y el
mismísimo instante en que se logra la
aprobación de
uno mismo tal como es, la aprobación de la vida como es,
la aprobación
del mundo.”
Antonio Gala (Ahora hablaré de mi)
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