Si la educación ciudadana ha de ser emancipadora,
debe
comenzar con la suposición de que su finalidad principal
no es la de "ajustar" a los estudiantes a la sociedad
existente; en vez de eso, su propósito principal debe
estimular sus pasiones, imaginaciones e intelectos para
que sean movidos a desafiar a las fuerzas sociales,
políticas y económicas que pesan tanto en sus vidas. En
otras palabras, los estudiantes deberían ser educados para
mostrar coraje cívico, esto es, la voluntad de actuar como
si estuvieran viviendo en una sociedad democrática. Esta
forma de educación es esencialmente política y su meta
es una sociedad democrática genuina, una sociedad que
dé respuesta a las necesidades de todos y no sólo de unos
pocos privilegiados.
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