La ventana de mis ojos

Espacio de una memoria desajustada.


29 julio, 2012

Pensamientos inconexos; ¿puede haber un espejo para mi tiovivo?





PARAÍSO INDIO

 Una vez un hombre estaba viajando y entró al paraíso por error. En el
 concepto indio del paraíso, hay árboles que conceden los deseos.
 Simplemente te sientas bajo uno de estos árboles, deseas cualquier
 cosa e inmediatamente se cumple; no hay espacio alguno entre el deseo
 y su cumplimiento.
 El hombre estaba cansado, así que se durmió bajo un árbol dador de
 deseos. Cuando despertó, tenía hambre, entonces dijo: "¡Tengo tanta
 hambre! Ojalá pudiera tener algo de comida". E inmediatamente
 apareció la comida de la nada, simplemente flotando en el aire, una
 comida deliciosa.
 Tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había venido la
 comida. Cuando tienes hambre, no estás para filosofías.
 Inmediatamente empezó a comer y la comida estaba ¡tan deliciosa! Una
 vez que su hambre estuvo saciada, miró a su alrededor. Ahora se sentía
 satisfecho. Otro pensamiento surgió en él: "¡Si tan sólo pudiera tomar
 algo!" Y por ahora no hay ninguna prohibición en el paraíso, de modo
 que de inmediato apareció un vino estupendo.
 Mientras bebía este vino tranquilamente y soplaba una suave y fresca
 brisa bajo la sombra del árbol, comenzó a preguntarse: "¿Qué está
 pasando?
 ¿Estoy soñando o hay fantasmas que están jugándome una broma?" Y
 aparecieron fantasmas feroces, horribles, nauseabundos. Comenzó a
 temblar y pensó: "¡Seguro que me matan!"...
 Y lo mataron.

 Ésta es una antigua parábola, de inmensa significación. Tu mente es un
 árbol dador de deseos: pienses lo que pienses, tarde o temprano se
 verá cumplido. A veces, la brecha es tan grande que te olvidas por
 completo que lo deseaste, de modo que no puedes reconocer la fuente.
 Pero si observas profundamente, hallarás que todos tus pensamientos
 están creándote a ti y a tu vida.
 Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean tu desgracia y tu alegría, lo
 negativo y lo positivo...
 Cada uno es aquí un mago. Cada uno está hilando y tejiendo un mundo
 mágico en torno de sí mismo... y luego es atrapado. La araña misma es
 atrapada en su propia tela.
 No hay nadie que te torture excepto tú mismo. Y cuando se comprende
 esto, las cosas comienzan a cambiar. Entonces puedes modificarlo,
 transformar tu infierno en cielo; sólo se trata de pintarlo con una
 visión diferente... Toda la responsabilidad es tuya. Y entonces
 surge una nueva posibilidad: puedes dejar de crear el mundo. No hay
 necesidad de crear ni en el cielo ni en el infierno, no hay ninguna
 necesidad de crear nada. El creador puede descansar, jubilarse. Y la
 jubilación de la mente es la meditación.





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