La ventana de mis ojos

Espacio de una memoria desajustada.


03 julio, 2012

Cuando el niño era niño







Cuando el niño era niño
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera río,
que el río fuera torrente, 
y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
todo le parecía animado
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito.
A menudo se sentaba en cuclillas,
de pronto echaba a correr,
tenía un remolino en el pelo
y nunca posaba para tomarle una foto.
Cuando el niño era niño,
era el tiempo de estas preguntas:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde acaba el espacio?
¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?
¿Es lo que veo y oigo y huelo,
sólo una ilusión de un mundo antes del mundo?
Vistas las acciones del Mal y de la gente,
¿existe realmente la maldad?
¿Cómo es posible que yo, que soy quien soy,
no haya sido antes de existir 
y que algún día yo, que soy quien soy,
deje ya de ser quien soy?
Cuando el niño era niño,
le costaba tragar espinacas, guisantes, arroz con leche
y coliflor cocida,
y ahora come de todo, y no sólo por necesidad.

Cuando el niño era niño,
alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace una y otra vez.
Muchas personas, entonces, le parecían hermosas
y ahora solo unas pocas, y con suerte.

Había visualizado una imagen nítida del Paraíso
y ahora, como mucho, la intuye.
No podía pensar la nada
y hoy se estremece ante ella.

Cuando el niño era niño,
jugaba con entusiasmo,
y ahora tiene la misma excitación que entonces,
pero sólo cuando afecta a su trabajo.

Cuando el niño era niño,
le bastaba con comerse una manzana.... y pan,
y aún hoy es así.

Cuando el niño era niño,
las moras le llenaban la mano como sólo las moras lo hacen,
y aún hoy es así.
Las nueces verdes le ponían áspera la lengua,
y aún hoy es así.
Tenía, en cada cumbre,
el anhelo de un monte aún mas alto,
y en cada ciudad,
el anhelo de una ciudad mayor,
y aún hoy es así.
Alcanzaba las cerezas de las ramas altas,
con un ímpetu que todavía hoy tiene.
Era tímido ante los extraños,
y aún hoy lo sigue siendo.
Esperaba la primera nevada,
y aún hoy la sigue esperando.

Cuando el niño era niño,
tiró un bastón, cual lanza, contra un árbol
y aún sigue allí vibrando.

Peter Handke










No hay comentarios:

Publicar un comentario