Robert Kennedy y el PIB (18 de marzo de 1968.)
Nuestro PIB tiene en cuenta, en sus cálculos, la
contaminación atmosférica, la publicidad del tabaco y las
ambulancias que van a recoger los heridos en nuestras
autopistas. Registra los costes de los sistemas de seguridad
que instalamos para proteger nuestros hogares y las
cárceles en las que encerramos a los que logran irrumpir en
ellos. Conlleva la destrucción de nuestros bosques de
secuoyas y su sustitución por urbanizaciones caóticas y
descontroladas. Incluye la producción de napalm, armas
nucleares y vehículos blindados que utiliza nuestra policía
antidisturbios para reprimir los estallidos de descontento
urbano. Recoge (…) los programas de televisión que
ensalzan la violencia con el fin de vender juguetes a los
niños. En cambio, el PIB no refleja la salud de nuestros
hijos, la calidad de nuestra educación, ni el grado de
diversión de nuestros juegos. No mide la belleza de nuestra
poesía, ni la solidez de nuestros matrimonios. No se
preocupa de evaluar la calidad de nuestros debates
políticos, ni la integridad de nuestros representantes. No
toma en consideración nuestro valor, sabiduría o cultura.
Nada dice de nuestra compasión ni de la dedicación a
nuestro país. En una palabra: el PIB lo mide todo excepto
lo que hace que valga la pena vivir la vida.
Robert Kennedy fue asesinado unas pocas semanas después
de haber dicho estas palabras (5 de junio de 1968 en Los
Angeles, California)
de haber dicho estas palabras (5 de junio de 1968 en Los
Angeles, California)