Sobre tu
nave —un plinto verde de algas marinas,
de moluscos,
de conchas, de esmeralda estelar,
capitán de los
vientos y de las golondrinas—,
fuiste
condecorado por un golpe de mar.
Por ti los
litorales de frentes serpentinas
desenrollan,
al paso de tu arado, un cantar:
—Marinero,
hombre libre que los mares declinas,
dinos los
radiogramas de tu estrella Polar.
Buen
marinero, hijo de los llantos del norte,
limón del
mediodía, bandera de la corte
espumosa del
agua, cazador de sirenas;
todos los
litorales amarrados del mundo
pedimos que
nos lleves en el surco profundo
de tu nave, a la mar, rotas
nuestras cadenas.
Rafael Alberti ( A un capitán de navío)