A los que vendrán después
1
Realmente vivo en tiempos
sombríos.
La inocencia es locura. Una
frente sin arrugas
denota insensibilidad. El que
ríe
es porque todavía no ha oído
la terrible noticia.
¡Qué tiempos son estos, en que
hablar sobre árboles es casi un
crimen
porque implica silenciar tanta
injusticia!
Ese, que cruza tranquilamente
la calle,
¿será encontrado cuando los
amigos
necesiten su ayuda?
Es verdad que todavía me gano
el sustento,
pero creedme: es por
casualidad.
Nada de lo que hago justifica
que yo pueda comer hasta
hartarme.
Las cosas todavía me van bien
(si la suerte me abandonase,
estaría perdido).
Me dicen: “Come, bebe, alégrate
por lo que tienes!
Pero... ¿cómo puedo comer y
beber
si estoy arrebatando al
hambriento su comida,
y mi vaso de agua le falta al
sediento?
Y sin embargo continúo comiendo
y bebiendo.
Me gustaría también ser sabio.
Los libros antiguos nos hablan
de la sabiduría:
consiste en apartarse de los
problemas del mundo
y, sin temores,
dejar que transcurra
tranquilamente
el tiempo de nuestra breve vida
en la tierra,
pagar el mal con el bien
no satisfacer nuestros deseos, sino desecharlos.
He aquí lo que
llaman sabiduría.
Pero yo no
consigo hacer tales cosas.
Verdaderamente
vivo en tiempos sombríos.
2
Llegué a las
ciudades en tiempos conflictivos
cuando reinaba
el hambre,
me mezclé
entre los hombres en época turbulenta
y me rebelé
con ellos.
Así fue
transcurriendo el tiempo
que me fue
concedido en la tierra.
Comí mi pan en
medio de batallas,
dormía entre
asesinos,
traté
despreocupadamente los asuntos amorosos,
y fui
impaciente con la naturaleza.
Así fue
transcurriendo el tiempo
que me fue
concedido en la tierra.
En mi época
todos los caminos conducían al fango,
mis palabras
me traicionaban ante el verdugo,
yo era poca
cosa. Pero pienso que los gobernantes
se sentían más
seguros sin mí.
Así fue
transcurriendo el tiempo
que me fue
concedido en la tierra.
Nuestras
fuerzas eran escasas, la meta
se hallaba
distante
y aunque podía
distinguirse claramente, me parecía
que yo tal vez
no la alcanzaría.
Así fue
transcurriendo el tiempo
que me fue
concedido en la tierra.
3.
Vosotros, que
surgiréis del marasmo
en que
nosotros nos hemos hundido
acordaos también,
cuando habléis
de nuestras flaquezas,
de los tiempos
sombríos
de los que os
habéis librado.
Cambiábamos
más frecuentemente de país
que de
zapatos,
a través de
las guerras de clases, desesperados,
porque reinaba
la injusticia y nadie se indignaba.
Bien sabemos
que el odio contra la ruindad
deforma el
rostro
y la rabia
contra la injusticia
enronquece la
voz. ¡Ah!, nosotros,
que queríamos
preparar el terreno para la bondad
no pudimos ser
bondadosos.
Pero vosotros,
cuando llegue el momento
en que el
hombre sea bueno para el hombre,
acordaos de
nosotros con comprensión.